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la calle Istiklal de Estambul
12 septiembre 2015
Una de las mayores sorpresas que me llevé en la vieja ciudad de Estambul no fue un monumento, ni una mezquita, iglesia o paisaje. Ni siquiera fue algo gastronómico, cultural o folclórico. Simplemente fue una calle, pero menuda calle, no creo que la olvide nunca, toda una experiencia viajera. Su nombre Istiklal.
Esta calle comienza en la famosa plaza Taksim para al cabo de unos centenares de metros irse estrechando y acabando en los alrededores de la Torre Gálata. Nosotros estábamos alojados muy cerca de la plaza Taksim por lo que nuestros pies nos llevaban cada una de las 8 noches que pasamos en Estambul a Istiklal
Pero qué hace a una calle convertirse en una estrella por sí sóla y totalmente recomendable para el extranjero que recala en Estambul. La respuesta es su propia contradicción y ser el paradigma de un país que culturalmente se halla en un proceso de mezcla racial y religiosa que nos muestra generosamente cada palmo de esta avenida.
Lo primero que nos sorprende es lo concurrida que está a cualquier hora del día y de la noche.
Incluso de madrugada tienes dificultad para transitar por ella. Cosa curiosa es la iluminación nocturna, parece que estemos en Navidad con las luces de adorno que cuelgan perpendicularmente al sentido de la vía.
Dentro de este fluir de gente que más se asemejan a hormigas transitando por la principal avenida del termitero, encontramos un cierto orden de paso. Parece que dominan dos direcciones más o menos establecidas y que consiste en que la gente que va a Torre Gálata camina por la derecha en esa dirección y los que van a Taksim por el lado contrario de la calle. No siempre todo es tan ordenadito, por supuesto, porque sino tampoco sería la Istiklal caótica que tanto enamora. El sol también impone orden durante el día pues la zona que no queda en penumbra tiende a estar menos transitada.
Si la masa por número sorprende también el género no se queda corto. Hombres, mujeres y hasta travestis. Sorprendentemente en un país islámico aquí, al menos en este barrio, estos últimos gozan de libertad y nadie les dice ni mú.
En general en Estambul se nota el laicismo que les ha acompañado tantísimos años y que en la calle Istiklal se eleva a la enésima potencia. Caminando entre esta masa de gente te vas cruzando jovencitas emperifolladas, con ropa ajustada y sexis, mujeres tapadas con velos y algunas sólo dejan ver sus ojos, incluso llevan guantes. Pero yo diría que ganan de calle (nunca mejor aplicado el término) las destapadas y vestidas al más puro estilo occidental. Con los hombres pasa lo mismo, trajeados, pijos, rockeros, barbudos y, en general, pa todos los gustos, nacionalidades y colores.
Por desgracia también abundan niños mendigando o buscándose la vida.
Ante todo este escenario tan variopinto uno puede sentir inseguridad ciudadana pero paradójicamente nada más lejos de esta afirmación pues te sientes seguro en todo momento. Incluso yo no me ponía delante la mochililla que suelo llevar y eso que en muchos momentos el volumen de gente apretaba e invitaba a ser un buen caldo de cultivo para el amigo de lo ajeno.
De repente el tintineo de la campana del tranvía hace apartar a la gente de la zona central. Al más típico mercado tailandés la gente se separa de la zona de los raíles y esta especie de trenecito de un sólo vagón que recorre toda la calle, creo que más romántica que funcionalmente, pasa a velocidad constante entre los transeúntes.
La policía y sus diferentes vehículos también son habituales por el centro de la calle así como los camioncillos de servicios.
Ojito con los taxis o vehículos que cruzan la calle perpendicularmente y que se jactan por su manera de entrar en tromba de que el peatón es el animal más débil de esta jungla.
La diversidad también se ve en los locales que linealmente dejan poco espacio al ladrillo. Los hay de todos los tipos. Abundan las casas de cambios para los que no vienen con dinero del país o no se han enterado que se pueden hacer cambio de divisas online antes de venir al país. Las mejores marcas de ropa, tiendas de electrónica, souvenirs, de telefonía y algún que otro centro comercial, e incluso clubs nocturnos y bares musicales en pisos superiores cuya música llega hasta la calle, por lo que el hilo musical es variado y se mezcla con el murmullo de ruidos general que acompaña el paseo por la calle.
Restaurantes de comida local pero también internacional. Fast foods los que quieras, incluso haciéndose competencia uno al lado de otro.
La gente sortea las paraditas de mejillones con limón, de castañas y mazorcas de maíz.
y como no, los típicos heladeros turcos y sus habilidades mezclando el helado y quedándose con la gente al entregar la mercancia con sus juegos de manos que vuelven locos a críos y no tan críos.
No podemos olvidarnos de los músicos callejeros, desde el que toca una flauta al grupo rockero con violoncelos, aunque los que más triunfan son los grupos de canciones turcas pues siempre están envueltos de gente que baila, les aplaude, fotografía y filma.
Las calles anexas tampoco son discretas. Son pequeñas Istiklales pero abunda más los restaurantes y bares de terracicas o pubs de música. La cerveza es muy frecuente en estos lugares y cuesta encontrar mesas por la zona.
En fin, una calle de las que no se olvidan fácilmente y que debe ser una de vuestras visitas imprescindibles si vais a la vieja Estambul.
Todas las fotos de la calle Istiklal
El vídeo de la calle Istiklal
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